La osteoporosis se define como un trastorno del esqueleto caracterizado por un compromiso de la resistencia ósea que predispone a un mayor riesgo de fractura. La resistencia ósea refleja la integración de dos hechos importantes: la densidad y la calidad ósea. La densidad ósea se expresa en gramos de mineral por área de volumen y en cualquier individuo ésta viene determinada por el pico de masa ósea y la cantidad de pérdida de hueso. La calidad ósea se refiere a la arquitectura, al recambio, al daño acumulado (por ejemplo, micro fracturas) y a la mineralización.
La osteoporosis es un trastorno del esqueleto caracterizado por una alteración de la segunda, la resistencia ósea, que predispone a una persona a un mayor riesgo de fracturas.
Generalmente, es equiparada con la “descalcificación”, pero, realmente, en la osteoporosis no sólo se pierde calcio sino masa ósea en general. A veces, además, se produce una alteración de la calidad del tejido óseo. Esto conlleva un incremento de la fragilidad ósea y un mayor riesgo de padecer fracturas.
La osteoporosis, por lo tanto, es una enfermedad en la que los huesos se vuelven menos compactos, más frágiles, y se pueden romper de manera espontánea o tras pequeños golpes, provocando una susceptibilidad aumentada a las fracturas de cadera, columna o muñeca.
Se trata de una enfermedad progresiva, que se va produciendo poco a poco, sobre todo en las mujeres a partir de la menopausia. Además, en la mayoría de los casos, la osteoporosis no produce síntomas hasta que aparece la primera fractura. Para entonces, la enfermedad puede estar muy avanzada.